Sarah Sofìa Maldonado Montenegro
Hoy en día, estamos viviendo una de las consecuencias de nuestro mal accionar hacia la Madre tierra lo que se ve reflejado en el cambio climático; este produce en las zonas tropicales o caribeñas un gran impacto calorífico viéndose afectados los habitantes de dichas regiones.
“Un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Harvard y la Universidad Estatal de Georgia, observó el desempeño de más de 10 millones de estudiantes en un contexto caluroso y llegó a la conclusión que el calor afecta a los alumnos porque impacta de forma acumulativa en el desarrollo de habilidades cognitivas”
Aunque no lo veamos, las instituciones son víctimas de este actual fenómeno natural, ya que grupos de alrededor de 40 de estudiantes reciben sus clases en aulas en condiciones mínimas que no pueden amortiguar las altas temperaturas, llevando consigo escasa concentración, falta de atención, cambios de humor y poca disposición frente sus deberes escolares.
Además, es pertinente mencionar la transmisión y propagación de enfermedades ocasionadas por las temperaturas extremas (resfriados, gripa, alergias, etc); es por esto que se deben tomar medidas frente a esta situación como ventilar los espacios adecuadamente y la incorporación de vegetación, son principales estrategias que ayudan a amortiguar y reducir los efectos de las oleadas de calor. Las zonas verdes en las escuelas son esenciales creadores de lugares anti-estrés y tranquilidad lo que facilita los procesos aprendizaje-enseñanza en los alumnos. Es por esto que los gobiernos deben atender esta alerta e invertir en recursos necesarios para que se dé un buen desarrollo de aprendizajes con el propósito de evitar enfermedades físicas y mentales en estudiantes a causa de las grandes oleadas de calor.
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